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miércoles, 3 de junio de 2009

La Soledad:

Anoche tuve un sueño, en el que yo caminaba tomada de la mano con alguien. Mi cuerpo se llenó de felicidad porque estaba segura de que eras Vos. No te veía. Sólo podía sentir tu mano agarrada a la mía, muy fuerte. Había mucho silencio, no escuchaba nada más que mis latidos. Después de unos minutos preguntaste si yo deseaba estar a tu lado por mucho tiempo, y sin pensarlo, respondí que sí; e hice esa misma pregunta. Tu respuesta fue un No. Sorprendida, con mis ojos vidriosos, te pregunté ¿por qué?
Dijiste que nadie quiere tu compañía y que muy pronto estarías con tu verdadero amor... y por fin, estarías lejos, como siempre quisistes.
Dejé de caminar y me eché a llorar diciéndote que nada de eso era verdad, que yo te quiero y que jamás me alejaría de tí, pues eres muy importante en mi vida.
Me levantaste, secaste mis lágrimas y dijiste que sigamos caminando, que lo que habías dicho, yo, más adelante lo iba a entender... Seguíamos caminando. A lo lejos se podía ver una casa. Noté que de a poco, ibas soltando mi mano. Te pedí que no lo hicieras, puesto que no quería estar sola. Me pediste que me quedara tranquila, que yo no iba a estar sola nunca más. Que a partir de ahora, iba a haber una persona que jamás me va a dejar sola.
Angustiada y confundida, solté tu mano, te pregunté de qué hablabas. Me pediste que te mire, pero cuando lo hice, no vi a nadie, sólo escuchaba tu voz, que me decía: "¿Qué vez...?".
Nada respondí, aterrorizada y te hechastes a reir mientras me decías: "Ya está, desde ahora seguís sin mí. Verás que todo es mucho mejor si no estoy en tu vida."
Asombrada y algo asustada, pregunté quién eras y por qué no te podía ver. Con tu voz, que se iba alejando, me respondiste: "Yo soy el que está siempre, con aquellas personas que se sienten solas y olvidadas. Y no, nadie me ve, pero sí me sienten, las acompaño, como lo hice contigo, hasta que logran darse cuentaque la vida es realmente bella, y que mejor que tener a alguien que los acompañe y viva su vida junto a las de ellas, es mejor, dar lugar a que la Soledad se retire, ya que nadie quiere tenernos o sentirnos. Y ahora te ha tocado a tí, dejarme ir."
Confundida pregunté, ¿Y cómo sé que eres la Soledad y no esa persona a la cual amo?
Reíste y me dijistes: la Soledad no la ves, la sientes y a la persona a la que amas, la vez y la sientes.
Reí y respondí, en eso te equivocas. Sí es verdad que lo siento, pero no lo veo.
Mira al frente y dime que ves, me dijo.
Una simple casa, respondí irónicamente. Nada más que una simple casa. Ves ? No, y muchas flores de colores, respondí.
La voz, alejándose cada vez más, me dijo: Bueno, ahora te voy a decir algo. Él a tí, te ve siempre, desde su jardín, pero no consigue que tu lo veas. Tú estabas aferrada a mí, que no veías todo lo que hacía él para que tu lo mires. Esas flores que tu ves en esa casa, las puso él para ver si de ese modo lograba acaparar tu atención y al no ver resultados, puso más flores de todos colores, y una más linda que la otra. Pero nada, tú no las veías. Ya ahora que ya lo sabes, es hora de que vayas a ese colorido jardín, donde él espera por tí... lo veas y vivas en compañía de él. A mí me toca marchar, sólo recuerda que cuando tu sentías esa Soledad, había gente haciendo cosas maravillosas para sacarte de ella y lograr ser tu compañía.

Karina Lezcano, 2º 1ª.