Amalia, una jovencita de 20 años de edad, que vivía en el Campo, residía con sus hermanos, José de 21, Verónica de 16 y Tamara de 13 años. No tenían padre y su madre estaba loca: se encerraba en el último cuarto de su casa; una casa de 3 pisos, gigante a la vista de todos. Ésta fue constuída por su abuelo, hace muchos años. Todos trabajaban, ninguno estudiaba, menos Amalia. Ella soñaba con ser "Doctora" de los grandes hospitales.
La facultad donde estudiaba Amalia, quedaba muy lejos de su casa, casi a 20 km.
Ella iba caminando porque le gustaba distraerse con el hermoso paisaje del camino.
Una tarde, cuando volvía de la facultad, se encontró con Soledad, una compañera que estudiaba lo mismo que ella, y le contó acerca de una casa abandonada que quedaba en el campo. Nadie la habitaba porque era propiedad privada. Soledad le comentó de hacer una clínica u hospital para poder atender a todos los enfermos que no podían viajar para la ciudad. Amalia se mostró muy interesada y las dos decidieron ir a las autoridades para poderlo habitar.
- Buen Día -dijo Amalia.
- Buenas, ¿en qué las puedo ayudr? -dijo un joven.
Amalia y Soledad se quedaron paralizadas al ver a ese joven tan apuesto.
- ¿En qué las puedo ayudar? -dijo el joven.
- Ahora..., sí queremos saber si..., Usted...
- Por favor, Esteban, para servirles...
- Claro Esteban, nospreguntábamos si, sabrías acerca de aquella casa que parece estar abandonada. Cerca de la calle principal. ¿la reconoces? -dijo Amalia.
- ¿La casa de los Quintana? Claro que sí, es de mi padre... ¿Y qué pasa con ella?
Amalia y Soledad le comentaron su idea, para poder ayudar a la población.
Esteban se mostró interesado, pero le pareció ridículo, el hecho de que dos jovencitas se dieran de Doctoras, cuando ni siquiera tenían título, ni dinero para mantener la clínica; pero se los permitió y las ayudó con los papeles y todas las reglas que les quedaban.
Todos en el pueblo no podían creer lo que había de ocurrir.
Una noche, mientras Soledad dormía, en sus sueños se le apareció unamujer... ¡Su abuela!, y ésta le dijo que siga con ese sueño de construir una Clínica y que estaría muy orgullosa de ella; también le dijo algo más... ¡Ve a la orilla del río, detrás de la casa de tu padre!
Soledad se despertó, sin entender bien el sueño con su abuela. Esa misma noche, como a las cinco de la madrugada, no podía dormir y fue así, a la orilla del río. Buscó, buscó, hasta que de repente vio una canasta muy antigua, parecida a un pequeño cofre. En él, había todo el dinero que su abuela había guardado para su hija, claro! La madre de Soledad, esa que nunca se interesó por sus hijos...
Y bueno, como todo relato felíz, Soledad, pudi cumplir su sueño de construir la clínica junto a Analía... Fueron Felices e hicieron felices a las personas del Pueblo.
Hasta el día de hoy, esa Clínica, ubicada en Santa Marta y Caceros, en Monteneal.
Andrea Aranda, 3º 2ª.
