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martes, 1 de septiembre de 2009

Algo difícil de explicar

Era una tarde gris. El viento soplaba muy fuerte. El ruido de la lluvia caer, era lo único que se escuchaba allí, en Sicilia, (por si no lo había mencionado antes). Los niños, la gente, no salían de sus casas. Era tan fuerte el viento, tan ruidosos los relampagos que temían el comienzo de un huracán.
Marcelo, el dueño de una parrilla a la cual asistían casi todos los días los del vecindario, se le ocurre salir afuera. Al salir, nota que sólo es una tormenta, la cual piensa que se va a acabar rápidamente. Por eso, siguen caminando en busca de algo abierto. Marcelo empieza a caminar una, dos, tres cuadras, cuatro, cinco y Marcelo se empezaba a preocupar. Notaba que no había un alma en todo el vecindario, excepto la de él.
Claro, pensaba él; es tan fuerte la tormenta que nadie quiere salir de su casa. Por eso, se le ocurre ir a tocarle el timbre a sus amigos, familia. Intenta una vez y nada, intenta otra vez y nada. Comienza a desesperarse, busca rápidamente en sus bolsillos las llaves de la casa de sus padres. Por suerte, las encuentra y va para allí.
Al llegar, nota que todas las ventanas estaban abiertos, rápidamente abre la puerta y estaba toda la casa vacía, sin nada. Por supuesto, su familia no se encontraba allí. Desesperado, anonadado, tira abajo otra puerta de una casa de al lado. Lo mismo. Ningún alma viva, o mejor dicho, ningún alma presente allí. No entendía nada. Marcelo se encontraba solo, asustado, sin saber qué hacer. Decide llamar por teléfono a su novia. No logra comunicarse, por eso decide ir.
Cuando estaba por llegar, siente un ruido extraño, fuerte, muy fuerte. Se da vuelta y se encuentra con su novia. Él suspira, la abraza y le cuenta lo sucedido. Pero ella no hablaba, no movía ni una parte del cuerpo. Marcelo lo quería hacer reaccionar, la movía de acá para allá dándole aire, pero al moverla, se deshizo delante de él.
Marcelo corre, sin saber qué hacer. Se encuentra con un nenito. Le habla y nada. Le toca la espalda y se deshace delante de él. Pronto Marcelo empieza a tener miedo, mucho miedo. Decide esconderse debajo de un puente, al fin y al cabo, él nada podía hacer allí. Al sentarse, escuchó nuevamente ese ruido raro y tan fuerte. Se levantó y ante sus ojos ve cómo la calle se levantaba. Las veredas se rompían y de allí abajo salía una cosa enorme, una máquina difícil de explicar, o mejor dicho, "algo" difícil de explicar, porque no sé si a eso se le podía llamar máquina.
Marcelo corre, la máquina lo persigue. Él decide parar y esconderse bajo un auto. Desde allí, logra ver que la máquina tenía una red enorme donde se encontraba toda la gente del vecindario, incluso sus amigos, familia, novia.
La máquina atrapaba a la gente, le sacaba todos los órganos y dejaba una "especie de persona" de un material raro, en la calle.
Marcelo decide salir de abajo del coche. Sale, corre, pero la máquina logra atraparlo.
Nunca más se supo nada de él. Ni de la gente del vecindario. Eso sí, dicen que por las noche, los ruidos se siguen escuchando...

Natalia Romina Stocchetti, 3º 2ª.

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