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martes, 1 de septiembre de 2009

El espejo siniestro

Estaba mirando la tele en mi habitación. Como no había nada interesante para ver, me levanté, desayuné, y llamé a mi amiga María para que venga a casa, así, almorzábamos juntas.Estaba mirándome en el espejo, queiban a cambiar porque estaba viejo, y de repente, siento que cae algo en mi cabeza. Me fijé y no tenía nada. Seguí peinándome, me cambié; y fui al supermercado a comprar unas cosas que hacían falta. Pasé a buscar a María para que me ayude a cocinar. Aproveché que no estaban mis padres y organizamos una fiesta.
Faltaban dos horas para la fiesta. Fui a bañarme. Me estaba por maquillar, cuando siento lo mismo de la mañana. Que me caía algo en la cabeza... y me dí cuenta que era el espejo.
Sentí algo muy raro, como que me desvanecía... Cuando me desperté, estaba en mi cocina, pero con otra familia. Para ellos, parecía todo normal. Me hablaban pero yo no les contestaba. No entendía nada de lo que me estaba pasando. Me trataban como si fuese la hija y mirandolos detenidamente, se parecían mucho a mis padres. Solamente, con mucha más edad. No sabía qué hacer. Esperé que se duerman. Lo primero que hice fue mirar las fotos. En la mayoría estaba yo con mis padres y en otras estaban mis supuestos padres pero con otra persona.
Me acosté en mi cama. Estaba todo muy cambiado. Me quedé dormida. Lo primero que hice apenas me levanté, fue comprar el diario. Miré la fecha y habían pasado 20 años. Corrí para mi casa, apenas llegué, le pregunté a mi supuesto padre cuántos años tengo. Me miró con cara de asombro y me respondió, 38 hija. No podía creerlo. Fui rápidamente al baño para mirarme en el espejo y no estaba. Le pregunté a mi mamá a dónde lo dejaron y me dijo que se lo regalaron al vecino hacía mucho tiempo. Me miré en el reflejo de la ventana, estaba mucho más grande y más gorda. Fui a lo de mis vecinos y le pregunté si me dejaban pasar al baño. Me dijeron que sí, y ahí estaba el espejo. Les dije que por favor, me lo presten para hacer un dibujo. Dudaron un poco pero al fin me lo prestaron. Lo llevé a mi casa, lo puse en el mismo lugar que hacía 20 años atrás. Y empecé a mirarme, cerré los ojos por un rato y escuchaba una voz que me llamaba. Cuando los abro era mi Amiga María, queme estaba preguntando si me faltaba mucho para salir, porque ya estaban llegando los invitados. Me miré al espejo y estaba nuevamente con mis 18 años. Sentí una alegría inmensa. Llamé a mis padres y les dije que no regalaron el espejo.

Liz Bellagamba, 3º 2ª.

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