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martes, 1 de septiembre de 2009

El amanecer de Sónico, el pequeño muchacho

Sónico era un muchacho de clase muy sencilla y no muy amigable que digamos. Todos nos juntábamos a las 16.45 hs. para comenzar con el curso de teatro. Venía todos los jueves. Nunca faltaba, excepto el mes pasado, cuando ocurrió el accidente del café, en el zoco de Yulmari, ¡claro!. Se habrá asustado con el tremendo escándalo que armó ella. Pensé en pasarlo a buscar porque es muy buen actor y nos sale muy bien el papel de "brujilda".
Junto con Paolo, nos encontramos en la esquina de mi casa para emprender el viaje y para buscarlo a Sónico.
Llegando a la casa, antes de cruzar la calle que dá justo atrás de la casa de él, lo vimos salir con una bolsa negra. Parecía que estaba llorando por la cara roja y los ojos lacrimosos.
Con Paolo, nos escondimos detrás del árbol. Nos daba intriga la bolsa. De repente, escuchamos unos gritos que parecían de la madre, diciendo: ¡Sónico! ¡De prisa, falta poco!
Cuando escuchamos eso nos asustamos y decidimos permanecer escondidos... y espiando. A veces, nos acercamos hacia la ventana trasera, y vimos unas personas, al rededor de un círculo con una estrella en medio. Sónico estaba con una barita muy extraña, de madera, haciendo circulos por el aire y todo se movía y se salía de lugar. De repente, una persona, como un espíritu o algo así, apareció y dijo: ¡Qué bueno que llamaron! Allí dentro están todos locos! Sónico dijo unas palabras en otro idioma que no entendíamos.
En ese momento, nos quedamos paralizados y nos fuimos corriendo... Antes de retirarnos de la puerta trasera del patio, vimos salir a Sónico y nos gritó: ¿qué hacen acá? Nosotros no sabíamos cómo decirle o quizás preguntarle lo que vimos.
Él nos explicó y nos dijo que él y su familia eran magos y que no eran malos, sólo se comunicaban y eran amigos de un mago llamado Locrist, y que se divertían mucho con él. También nos preguntó si nos interesaba conocerlo. Paolo y yo, sorprendidos y encantados por la oportunidad de conocerlo, jamás nos hubieramos imaginado que nuestro mejor actor de Brujilda iba a hacer magia de verdad.
Pasaron muchos días, nos hicimos muy amigos y ese mago nos llevó de viaje por diferentes lugares encantados, mágicos e inexplicables, con personas buenas y malas. Otros no teían piernas, sólo volaban y con sus dedos, hacían lo que querían. Todo tipo de magia. Y creaban millones de cosas.
Era hermoso. Todo lo que imaginábamos, todo lo veíamos...
Y así mantuvimos en secreto la verdad de Sónico.
Nos veíamos a las 16.45 hs. todos los jueves, "para los demás chicos", para la clase de Teatro.

Andrea Aranda, 3º 2ª.

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