Yo tengo una tía que es doctora. Su oficio es recibir a la gente con heridas graves. Es traumatóloga. Un día fui a la clínica para un trabajo práctico que tenía en la escuela, como una entrevista. Le estaba preguntando qué se siente, recibir a personas graves, cuando suena el teléfono de la oficina donde está ella. Atiende y le dice a la persona que estaba del otro lado del tubo, que iría para allá. Me dice a mí que espere porque llegó un paciente en mal estado, y me dijo que aguarde un rato en su oficina. Pero como soy inquieto, no me quedé en la oficina, lo seguí. Y vi cuando el chico estaba hechado en la camilla con la pierna quebrada llorando. Me dio tanto miedo que lloré y me di cuenta, que eso es feo, que una persona se quiebre unapierna o algo... Se me quedó grabado ese chico que lloraba y no paraba de quejarse por el dolor que tenía. Ese día, nunca lo voy a olvidar.
José Narváez, 1º 3ª.
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